En la extensión de la etapa de la adolescencia como parte de la estrategia de ventas de la industria cultural se encuentra el campo fértil para la ideología marxista.
Daniel Manchinelly
El Universal
Jueves 09 de octubre de 2008
Para empezar sostengo que el marxismo hace intelectuales. No es que esté alabando a Marx ni a los marxistas ortodoxos, tampoco defiendo la forma didáctica (si es que la tiene) de El Capital para aprender a leer. Mi idea es que el contexto individuosocial de rebeldía universitaria ante figuras de autoridad como el Estado, las empresas trasnacionales, los medios masivos de comunicación, etc., construye una atmósfera ideal para lecturas que fomentan el adolecer propio del “Sturm und Drang” de la juventud.
En la extensión de la etapa de la adolescencia como parte de la estrategia de ventas de la industria cultural —construcción prefabricada por las tendencias posmodernas de consumo—, se encuentra el campo fértil para la aprehensión de la ideología marxista, neomarxista o lo que se le parezca. Irónicamente esta obsesión por estas lecturas “rojas” sirve como parte importante de la plataforma de conocimiento del próximo intelectual.
No reduzco los movimientos sociales estudiantiles a una simple etapa psicológica, es más bien señalar que el contexto sociopolítico. En este caso, relaciono la psicología impulsiva y lasciva del adolescente ficticio con el impulso vital que poseen las palabras de Marx en El Manifiesto Comunista, La Ideología Alemana y Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844, entre otros.
El marxismo hace leer porque, durante el ruido y la furia de las supuestas hormonas de la cultura pop, el universitario de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM descubre no sólo una justificación a dolencias como la rebeldía reactiva, génesis de un resentimiento generacional, de clase, cultural, de género, etc., sino que se le abre el mundo del capital intelectual, absorbiendo para su bagaje propio lecturas de las ciencias sociales, de la filosofía, de la psicología, de la literatura, de la poesía, etc. Puedo afirmar, sin problema alguno, que muchos intelectuales han pasado solamente como compañeros de ruta por la etapa marxista, tal y como lo fue Sartre, lo cual crea fuerza suficiente para la detonación del intelecto del adolescente.
El marxismo hace leer en común unión porque se forman grupos de estudio donde su principal trabajo es quejarse desde y a través de la palabra preferida llamada: “crítica”. Si proviene de un pequeñoburgués o de un bienaventurado proletariado lo más posible es que sea una estrategia para acumular capital social e intelectual, que juntos asegurarán en algún futuro próximo la obtención de capital económico.
En el mundo occidental la cultura del sufrimiento en forma de verborrea racionalizada, desde una posición comodina de estudiante, encuentra arropo y seguridad en las discusiones en torno a la actualización de Marx. Después de esta etapa, en la que algunos descubrirán que no hay nada detrás del trono marxista, por inercia se construyen grupos de literatura (García Márquez, Benedetti, Sabines, Cortázar, Rulfo, Borges y Paz, entre los famosos), de filosofía (entra en escena el segundo más popular: Nietzsche) y de psicología (los que llaman la atención son Freud y Jung).
Y si el marxismo fomenta la lectura y además la reunión de grupos de lectura, entonces es una excelente etapa para iniciar la intelectualización de una fracción estudiantil de la FCPyS. Los contextos sociohistóricos que marcan una generación pueden ser los detonadores de la creatividad intelectual en tanto abrazan, como únicamente primera instancia a Marx para seguir con el camino del explorador cultural. En otras palabras, la intensidad intelectual en la FCPyS es directamente proporcional a los acontecimientos históricos realizados por los individuosociales: hechos como el 68, el 87, y el 99 (cada uno con sus dinámicas particulares) dejaron una estela brillante de “nerds”.
Estamos obligados a darle la razón a Heráclito: “La guerra es el padre. La guerra es el rey” del conocimiento de la FCPyS. ¿Sin traumas políticos, económicos y sociales no hay artesanos intelectuales? Más bien si los hay pero en menor número y calidad al estar solos en su montaña con nadie con quién dialogar: la lucha intelectual de los universitarios, al ser también una lucha política detrás de bambalinas, detona y crea, en este caso particular, la imaginación política y sociológica. Sale a la luz el vínculo entre crisis y actividad intelectual. La historia es el viento divino que construye al sabio. En suma: los griegos siempre tienen la razón.
Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM
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